No, mis estimados, no voy a hablarles de Batman y Robin [aunque quizás mencione al hombre murciélago], si no de las colaboraciones, unas más conocidas que otras, de algunos artistas en la industria del cine.
Cuando estos dúos se separan, o eligen caminos distintos, mucha veces son destrozados por las críticas, atribuyéndole la genialidad a uno de ellos, y buscando miles de
quintas patas de gatos, porque cuando trabajaban juntos eran buenos, y solos no tanto, en vez de pensar que juntos pueden crear algo distinto a lo que harían cada uno por su cuenta sino ¿qué sentido tiene la suma, si va a tener el mismo resultado? Sinceramente no comparto demasiado la idea de destrozar algo que no gusta, me conformo con la indiferencia, y no me es posible pretender que la obra de dos personas sea igual a la de una sola. Sería como decir que
Honorio Bustos Domecq es superior a
Borges y a
Bioy Casares, y que ellos solos no tienen talento, pero como la literatura excede mi misión en este blog, sigamos hablando de cine.
Otras colaboraciones se dan en la misma tarea, y así tenemos a codirectores o coguionistas, o por qué no, codirectores
y coguionistas, como es el caso de
Marc Caro y
Jean Pierre Jeunet [volvemos a pisar suelo francés, por favor, los prejuicios sobre el cine francés deposítenlo en mesa de entrada, gracias]. Estos señores, han escrito y dirigido dos películas altamente recomendables, que incursionan en el género de la
distopía [lo contrario a la utopía, que señala un ideal negativo, perverso] ubicado en escenarios retro-futuristas, la primera llamada
Delicatessen, una descabellada y exiquisita comedia negra post-apocalíptica, y la segunda
La cité des enfants perdus [a.k.a. La ciudad de los niños perdidos] un hermoso, oscuro y siniestro cuento infantil que toca el corazón de los adultos. Posteriormente Jean Pierre Jeunet, luego de su debut en Hollywood con
Alien: Resurrection, y sin la colaboración de Caro, realizó la tan amada por muchos y odiada por otros
Amélie [a.k.a. Le fabuleux destin d'Amélie Poulain] y es ahí donde su público se divide porque el director cambió el rumbo, y le adjudican la visión estética a Caro únicamente, quien además de director es dibujante. Particularmente, me encantan las películas que hizo junto con Marc Caro, como las que hizo por su lado, y más de una vez he recomendado la no tan conocida comedia romántica [que no se asemeja a las comedias románticas
hollywoodenses]
Un long dimanche de fiançailles [a.k.a. Amor eterno
(*)] situada en la segunda guerra mundial.
Una colaboración que disfruto y que no deja de sorprenderme es la del
dúo dinámico, casi inseparable, del brillante y excéntrico director, productor y escritor
Tim Burton y el ahora compositor de culto,
Danny Elfman. Danny Elfman, conocido también por crear el famoso tema de la serie televisiva
The Simpsons, ha compuesto los
Scores de casi todas las películas de Tim Burton, excepto los de
Ed Wood [de
Howard Shore, el mismo que musicalizó la saga completa de
Lord of The Ring] y de
Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street [de
Stephen Sondheim, autor original del musical de
Broadway], con quien debutó en 1985 en la comedia
Pee Wee's Big Aventure [a.k.a. La gran aventura de Pee Wee] y colaborando con él hasta la fecha, además de encarar otros proyectos [por nombrar algunos, la saga completa de
Spider-man,
Hulk,
Chicago,
Red Dragon].
Danny Elfman se ha acomodado con gran naturalidad y originalidad a los distintos géneros cinematográficos, y ha captado la ironía de Burton tanto en sus films oscuros y góticos [
Sleepy Hollow a.k.a. La leyenda del jinete sin cabeza
(*)] como en sus comedias de humor negro [
Beetle Juice,
Mars Attacks!], en su historias más emotivas [
Edward Scissorhands, a.k.a. El joven manos de tijera,
Big Fish a.k.a. El Gran Pez], en su adaptación de comics [
Batman,
Batman Returns], en sus películas de ciencia ficción [
Planet of the Apes a.k.a. El planeta de los simios] y magistralmente en los musicales como
Corpse Bride [a.k.a El cadáver de la novia] y
The Nightmare Before Christmas [a.k.a. El extraño mundo de Jack
(*)]
y es justamente en estás dos últimas que me resulta imposible concebirlas sin la colaboración de ambos, ya que como dice el saber popular [?],
juntos son dinamita [ok, se me cayó el
dni con esta frase].
No veo la colaboración como una asistencia de uno hacia otro, sino como una obra en conjunto. La colaboración pasa a ser "entre sí" para llegar a un producto final que nos maraville. Quizás para muchas cosas de nuestras vidas sacamos lo mejor de cada uno cuando estamos con espíritus afines que haciéndolo en soledad, cuando encontramos alguien que alimente nuestra creatividad para que sea más fructífera.
Espero sus colaboraciones para este texto que no son otros que los famosos comentarios.
(*) ¿Les molestan, tanto como a mi, las traducciones de los títulos que no tienen nada que ver con el original? ¿Eh?