A la luz de la aprobación de la nueva Ley de Matrimonio Igualitario, en estos días, hemos escuchado y leído infinidad de opiniones, pero ¿qué pasa cuando las convicciones personales interfieren con nuestras obligaciones profesionales? ¿cómo actuar cuando éstas convicciones son más fuertes que nuestra vocación?
Ante todo, es cierto que uno como profesional debería ser eso: profesional, y que parte de serlo es intentar ser objetivo. Sin embargo también es cierto, que no se puede ser 100% objetivo y que las apreciaciones personales tiñen nuestras decisiones profesionales.
Ahora bien, si una persona ejerce su profesión de manera liberal, de pronto, puede darse el gusto de elegir. Así, por ejemplo, un Contador, podría elegir qué tipo de clientes tener, o un carpintero podría seleccionar sus trabajos.
Pero cuando un profesional no trabaja con abstracciones o con objetos, sino con personas, ¿puede darse el lujo de elegir? Y si de hecho lo hace porque trabaja de manera independiente, ¿puede hacerlo cuando depende de un Organismo Público, como puede ser un Médico, un Juez, un Psicólogo, un Policía o un Maestro?
Para responder esta pregunta supongamos que un Profesor no quiere darle clases a un alumno por su condición sexual. O que un Policía decide no defender a un ciudadano por el mismo motivo. Qué tal si una Jueza de Paz, declara que no acatará la ley, al no casar parejas del mismo sexo, porque va en contra de sus creencias. O si, del mismo modo, un Médico Cristiano decide no atender homosexuales porque sus creencias religiosas no se lo permiten.
Hasta ahí uno podría decir, que son personas con convicciones personales muy fuertes. Ahora, si ese paciente corre riesgo de vida, ¿de qué modo debe actuar el Médico? ¿Acorde a su juramente Hipocrático o acorde a sus creencias religiosas?
Del mismo modo para un Psicólogo ¿es válido el argumento de la Ética al derivar pacientes por su condición sexual? Es decir, porque uno y sin tener un correlato científico, cree que los homosexuales son enfermos.
Yo creo que no. Sobre todo, si ese médico, ese juez, ese psicólogo, forman parte de un Organismo Público, como lo son un Juzgado de Paz o un Hospital. ¿Acaso los homosexuales están exentos de pagar los sueldos, de esos Jueces, Psicólogos, o Médicos, a través de sus impuestos?
No sólo no hay justificación Etica sino que, además, es completamente discriminatorio. Si las creencias personales, impiden a un profesional cumplimentar sus tareas, entonces, como mínimo, debería dejar de ejercer en la instancia Pública, y dedicarse a lo privado.
Después de todo, en el caso puntual de un Psicólogo, está claro que la contratranferencia que se produce en el Profesional, ante un paciente X, debería ser objeto de tratamiento, para el propio psicólogo con su Analista. Nunca se puede pensar que derivando a TODOS los pacientes que nos generen algún tipo de incomodidad, únicamente, se soluciona el caso. Sobre todo, si nos pasa CON TODOS los pacientes, por ejemplo, homosexuales. O con todos los pacientes, por ejemplo, Judíos, o con todos los pacientes, por ejemplo, de raza negra.
En ese caso, me parece que amparados en una Etica dudosa, estamos extralimitándonos en el uso de ésta y de las derivaciones. Creo que la cuestión tiene que ver más con un prejuicio de uno, que con el discurso del Otro. Y como psicólogos, desconocer eso, es un error garrafal.
En cualquier caso, sentenciar que una persona por su elección sexual está enferma, cuando no hay estudios científicos que lo prueben, [porque vamos, hace cuantos siglos están dando vueltas con el tema de la desviación, de la perversión y de la enfermedad], sobre todo, cuando quien lo dice es un Profesional de la Ciencia, a mi entender, no está bien. Porque entonces deberíamos volver al Medioevo en dónde se quemaba a las brujas y listo. No le demos importancia a los avances de la ciencia.
Desde éste punto ¿quién tiene el derecho de decretar que otro es un enfermo?
Me parece que lo peligroso acá, son los dobles discursos. Esos en dónde en nombre de Dios y la Religión se daña a otras personas, o se los privas de sus derechos.
Como dice el dicho, ‘son más peligrosos los idiotas, que los hijos de puta’. Porque uno sabe qué esperar de los últimos, pero de los primeros no.
Si alguien se asume como Homofóbico o como xenófobico, uno sabe a qué atenerse y hasta le da lugar a reaccionar mediante el repudio, pero de quienes andan por la vida sin darse cuenta de lo que verdaderamente son, es difícil saber con qué se va a topar, y es muy difícil también, repudiar, porque puede confundirse con intolerancia.
Yo, personalmente, creo que no todas las posturas son respetables. Tal vez ustedes me tilden de intolerante, y sí, a veces hay que ser intolerante para ‘denunciar’ las injusticias. Porque no siempre es tan fácil respetar a quienes no respetan.
Ante todo, es cierto que uno como profesional debería ser eso: profesional, y que parte de serlo es intentar ser objetivo. Sin embargo también es cierto, que no se puede ser 100% objetivo y que las apreciaciones personales tiñen nuestras decisiones profesionales.
Ahora bien, si una persona ejerce su profesión de manera liberal, de pronto, puede darse el gusto de elegir. Así, por ejemplo, un Contador, podría elegir qué tipo de clientes tener, o un carpintero podría seleccionar sus trabajos.
Pero cuando un profesional no trabaja con abstracciones o con objetos, sino con personas, ¿puede darse el lujo de elegir? Y si de hecho lo hace porque trabaja de manera independiente, ¿puede hacerlo cuando depende de un Organismo Público, como puede ser un Médico, un Juez, un Psicólogo, un Policía o un Maestro?
Para responder esta pregunta supongamos que un Profesor no quiere darle clases a un alumno por su condición sexual. O que un Policía decide no defender a un ciudadano por el mismo motivo. Qué tal si una Jueza de Paz, declara que no acatará la ley, al no casar parejas del mismo sexo, porque va en contra de sus creencias. O si, del mismo modo, un Médico Cristiano decide no atender homosexuales porque sus creencias religiosas no se lo permiten.
Hasta ahí uno podría decir, que son personas con convicciones personales muy fuertes. Ahora, si ese paciente corre riesgo de vida, ¿de qué modo debe actuar el Médico? ¿Acorde a su juramente Hipocrático o acorde a sus creencias religiosas?
Del mismo modo para un Psicólogo ¿es válido el argumento de la Ética al derivar pacientes por su condición sexual? Es decir, porque uno y sin tener un correlato científico, cree que los homosexuales son enfermos.
Yo creo que no. Sobre todo, si ese médico, ese juez, ese psicólogo, forman parte de un Organismo Público, como lo son un Juzgado de Paz o un Hospital. ¿Acaso los homosexuales están exentos de pagar los sueldos, de esos Jueces, Psicólogos, o Médicos, a través de sus impuestos?
No sólo no hay justificación Etica sino que, además, es completamente discriminatorio. Si las creencias personales, impiden a un profesional cumplimentar sus tareas, entonces, como mínimo, debería dejar de ejercer en la instancia Pública, y dedicarse a lo privado.
Después de todo, en el caso puntual de un Psicólogo, está claro que la contratranferencia que se produce en el Profesional, ante un paciente X, debería ser objeto de tratamiento, para el propio psicólogo con su Analista. Nunca se puede pensar que derivando a TODOS los pacientes que nos generen algún tipo de incomodidad, únicamente, se soluciona el caso. Sobre todo, si nos pasa CON TODOS los pacientes, por ejemplo, homosexuales. O con todos los pacientes, por ejemplo, Judíos, o con todos los pacientes, por ejemplo, de raza negra.
En ese caso, me parece que amparados en una Etica dudosa, estamos extralimitándonos en el uso de ésta y de las derivaciones. Creo que la cuestión tiene que ver más con un prejuicio de uno, que con el discurso del Otro. Y como psicólogos, desconocer eso, es un error garrafal.
En cualquier caso, sentenciar que una persona por su elección sexual está enferma, cuando no hay estudios científicos que lo prueben, [porque vamos, hace cuantos siglos están dando vueltas con el tema de la desviación, de la perversión y de la enfermedad], sobre todo, cuando quien lo dice es un Profesional de la Ciencia, a mi entender, no está bien. Porque entonces deberíamos volver al Medioevo en dónde se quemaba a las brujas y listo. No le demos importancia a los avances de la ciencia.
Desde éste punto ¿quién tiene el derecho de decretar que otro es un enfermo?
Me parece que lo peligroso acá, son los dobles discursos. Esos en dónde en nombre de Dios y la Religión se daña a otras personas, o se los privas de sus derechos.
Como dice el dicho, ‘son más peligrosos los idiotas, que los hijos de puta’. Porque uno sabe qué esperar de los últimos, pero de los primeros no.
Si alguien se asume como Homofóbico o como xenófobico, uno sabe a qué atenerse y hasta le da lugar a reaccionar mediante el repudio, pero de quienes andan por la vida sin darse cuenta de lo que verdaderamente son, es difícil saber con qué se va a topar, y es muy difícil también, repudiar, porque puede confundirse con intolerancia.
Yo, personalmente, creo que no todas las posturas son respetables. Tal vez ustedes me tilden de intolerante, y sí, a veces hay que ser intolerante para ‘denunciar’ las injusticias. Porque no siempre es tan fácil respetar a quienes no respetan.