Retomando el post anterior, hablemos de Hamlet.
La pregunta que Hamlet se hace en la obra, es la que, posteriormente, muchos psicoanalistas se harían. ¿Ser o no Ser?, -decía Hamlet-, Esa es la cuestión.
Pero recapitulemos algo de la historia; Cuando Hamlet se entera de la muerte de Ofelia es, recién a partir de ese hecho preciso, que pareciera despertarse de su letargo y, efectivamente, actuar. Nace de éste duelo, un Hamlet más íntegro a quien el Deseo ya no podrá mantener en suspenso.
Lo que hace que este personaje nos suene tan real es, justamente, esa relación confusa y entrecortada que establece con su propio deseo. Después de todo, para nosotros al igual que para Hamlet, se trata de encontrar en el discurso del Otro, la voluntad propia.
Ahora volvamos a la pregunta anterior: ¿Ser o no Ser qué?
Para responder esta pregunta, es necesario hablar de la diferencia entre Sujeto y Objeto de Deseo.
Uno puede plantearse fácilmente ejemplos de hombre y mujeres comúnmente llamados Objetos Sexuales. Es decir, personas que se posicionan desde un lugar al que todos parecen querer acceder. Sin embargo, no debemos olvidarnos que, para que alguien sea efectivamente un ser DESEANTE, primero debe transformarse en un SUJETO; Y, muy por el contrario, los objetos no actúan, no hace falta ser metafísico para saber eso. Sólo los SUJETOS son pasibles de acción.
Pero ¿qué es lo que determina que alguien transite la objetividad, -en tanto objeto-, y se introduzca en el campo de los Sujetos? La respuesta es simple: los duelos.
Los duelos, y quien haya duelado alguna vez sabe bien de qué estoy hablando, son situaciones que uno debe transitar en el momento en que pierde a alguien. ¿Pero qué es lo que se duela? Bien, cualquiera podría decir que lo que el duelante trata de elaborar es la pérdida de alguien querido. Sin embargo lo que pierde es la significación que el propio Sujeto creía tener para ese alguien, es decir: lo que ME quería, lo que ME deseaba. Se produce una identificación introyectiva del objeto perdido y, por lo tanto, lo que se pierde es, en alguna forma, una parte del duelante mismo. Es decir, el duelante queda ‘castrado’, en términos de faltante, por la pérdida que se produce.
Esta pérdida lo que hace es que el duelante busque, de aquí en adelante, ese objeto cercenado de sí mismo y que cree haber perdido. Y por supuesto, para buscar aquello que falta es necesaria una actitud activa.
Es por eso que Hamlet, se nos presenta diferente a partir de la muerte de Ofelia, si recuerdan la escena del cementerio, cuando lo ve a Laertes llorando desesperado por el suicidio de la hermana dice ¿Quién lanza estos gritos de desesperación por la muerte de ésta joven? Yo, Hamlet, el Danés. Aquí el se identifica con Laertes y, por fin, encuentra el Deseo en su totalidad.
Por lo tanto, de lo que se trata en toda la obra, y muchas veces en los escenarios de la vida real, es de no quedar pegados queriendo SER los OBJETOS de DESEO de nadie. En el caso puntual de Hamlet, el pareciera todo el tiempo querer responder a las demandas de la madre, y duda entre ser o no ser el objeto de deseo de su progenitora. Pobre Hamlet, para colmo de males, le tocó en ‘suerte’, -aunque no es azar-, una madre anclada en el goce permanente. Una madre la cual no conoce de Duelos. [Recuerden que pierde al marido y la semana esta casándose con quien fuera su cuñado]. Porque una madre plena de Goce y completud, es una madre que no conoce de límites. De hecho, Hamlet es quien le pide que se limite y que contenga sus Deseos.
Pero como a él, a muchos de nosotros nos pasa que quedamos en la nebulosa intentando completar a nuestros Otros significativos, y naufragamos en el intento. Eso se relaciona con el hecho de que para que haya un duelo, tiene que haber primero, alguien que HAGA FALTA. Es decir, alguien que cause la falta, y nos obligue a buscar. Alguien que nos active. Los sujetos NO SON ACTORES DE SU PROPIO DESEO, como bien lo dice la palabra, están SUJETOS a él y deben actuar en consecuencia. Cuando esto no se produce, cuando el Deseo está tan trabado que nos paraliza, suele aparecer la angustia como síntoma de ‘la falta de la falta’. Es decir, la falta de un Deseo que concatene nuestros actos.
Entonces, para responder a la pregunta, uno no puede Ser Objeto y a la vez un Sujeto Deseante. De eso se trata la pregunta de Hamlet y toda su vacilación gira entorno de ello. Comúnmente en Psicoanálisis solemos llamar a los pacientes: Sujeto FALTA EN SER.
Es que la falta que se produce es tan necesaria, que sólo salimos Sujetos una vez que ella ha obrado en nosotros.
La pregunta que Hamlet se hace en la obra, es la que, posteriormente, muchos psicoanalistas se harían. ¿Ser o no Ser?, -decía Hamlet-, Esa es la cuestión.
Pero recapitulemos algo de la historia; Cuando Hamlet se entera de la muerte de Ofelia es, recién a partir de ese hecho preciso, que pareciera despertarse de su letargo y, efectivamente, actuar. Nace de éste duelo, un Hamlet más íntegro a quien el Deseo ya no podrá mantener en suspenso.
Lo que hace que este personaje nos suene tan real es, justamente, esa relación confusa y entrecortada que establece con su propio deseo. Después de todo, para nosotros al igual que para Hamlet, se trata de encontrar en el discurso del Otro, la voluntad propia.
Ahora volvamos a la pregunta anterior: ¿Ser o no Ser qué?
Para responder esta pregunta, es necesario hablar de la diferencia entre Sujeto y Objeto de Deseo.
Uno puede plantearse fácilmente ejemplos de hombre y mujeres comúnmente llamados Objetos Sexuales. Es decir, personas que se posicionan desde un lugar al que todos parecen querer acceder. Sin embargo, no debemos olvidarnos que, para que alguien sea efectivamente un ser DESEANTE, primero debe transformarse en un SUJETO; Y, muy por el contrario, los objetos no actúan, no hace falta ser metafísico para saber eso. Sólo los SUJETOS son pasibles de acción.
Pero ¿qué es lo que determina que alguien transite la objetividad, -en tanto objeto-, y se introduzca en el campo de los Sujetos? La respuesta es simple: los duelos.
Los duelos, y quien haya duelado alguna vez sabe bien de qué estoy hablando, son situaciones que uno debe transitar en el momento en que pierde a alguien. ¿Pero qué es lo que se duela? Bien, cualquiera podría decir que lo que el duelante trata de elaborar es la pérdida de alguien querido. Sin embargo lo que pierde es la significación que el propio Sujeto creía tener para ese alguien, es decir: lo que ME quería, lo que ME deseaba. Se produce una identificación introyectiva del objeto perdido y, por lo tanto, lo que se pierde es, en alguna forma, una parte del duelante mismo. Es decir, el duelante queda ‘castrado’, en términos de faltante, por la pérdida que se produce.
Esta pérdida lo que hace es que el duelante busque, de aquí en adelante, ese objeto cercenado de sí mismo y que cree haber perdido. Y por supuesto, para buscar aquello que falta es necesaria una actitud activa.
Es por eso que Hamlet, se nos presenta diferente a partir de la muerte de Ofelia, si recuerdan la escena del cementerio, cuando lo ve a Laertes llorando desesperado por el suicidio de la hermana dice ¿Quién lanza estos gritos de desesperación por la muerte de ésta joven? Yo, Hamlet, el Danés. Aquí el se identifica con Laertes y, por fin, encuentra el Deseo en su totalidad.
Por lo tanto, de lo que se trata en toda la obra, y muchas veces en los escenarios de la vida real, es de no quedar pegados queriendo SER los OBJETOS de DESEO de nadie. En el caso puntual de Hamlet, el pareciera todo el tiempo querer responder a las demandas de la madre, y duda entre ser o no ser el objeto de deseo de su progenitora. Pobre Hamlet, para colmo de males, le tocó en ‘suerte’, -aunque no es azar-, una madre anclada en el goce permanente. Una madre la cual no conoce de Duelos. [Recuerden que pierde al marido y la semana esta casándose con quien fuera su cuñado]. Porque una madre plena de Goce y completud, es una madre que no conoce de límites. De hecho, Hamlet es quien le pide que se limite y que contenga sus Deseos.
Pero como a él, a muchos de nosotros nos pasa que quedamos en la nebulosa intentando completar a nuestros Otros significativos, y naufragamos en el intento. Eso se relaciona con el hecho de que para que haya un duelo, tiene que haber primero, alguien que HAGA FALTA. Es decir, alguien que cause la falta, y nos obligue a buscar. Alguien que nos active. Los sujetos NO SON ACTORES DE SU PROPIO DESEO, como bien lo dice la palabra, están SUJETOS a él y deben actuar en consecuencia. Cuando esto no se produce, cuando el Deseo está tan trabado que nos paraliza, suele aparecer la angustia como síntoma de ‘la falta de la falta’. Es decir, la falta de un Deseo que concatene nuestros actos.
Entonces, para responder a la pregunta, uno no puede Ser Objeto y a la vez un Sujeto Deseante. De eso se trata la pregunta de Hamlet y toda su vacilación gira entorno de ello. Comúnmente en Psicoanálisis solemos llamar a los pacientes: Sujeto FALTA EN SER.
Es que la falta que se produce es tan necesaria, que sólo salimos Sujetos una vez que ella ha obrado en nosotros.