22 noviembre 2009

Ser o No ser

Vamos a hablar de Hamlet, a mi entender la mejor tragedia de todas. Y hablamos de Hamlet, porque tiene muchas similitudes, salvando las diferencias, con el Mito de Edipo.

Comenzaremos diciendo que tanto Hamlet como Edipo, muestran las diferencias de la vida intelectual de dos épocas distintas. Es decir, en Edipo, el crimen a su padre es realizado pero sin saberlo. [Como todos saben, Edipo asesina a su padre y se casa con su madre, sólo que sin saber que ellos eran efectivamente sus progenitores].
Mientras que en Hamlet, los deseos de asesinato son reprimidos y sólo sabemos de su existencia por la acción.
La Obra de Hamlet, se basa en la vacilación, (Aquí, Procrastinación), de Hamlet para cumplir con la venganza que su padre muerto le encomienda.
Da la sensación durante toda la historia, de que Hamlet se ve paralizado en la acción debido al exceso de pensamiento, no obstante, no es incapaz de actuar. De hecho actúa cuando mata a Polonio [escondido detrás de las cortinas] y cuando mata a sus dos amigos de viaje. Entonces, ¿Por qué no puede vengar la muerte de su padre? Buena pregunta.

Como se sabe, quien mata al padre del protagonista es su propio hermano, para tomar su lugar no solo en el trono, sino también casándose con Gertrudis, Reina y madre de Hamlet.

Haciendo un paralelo con el Mito de Edipo Rey, este último, comete el crimen sin saber que el Rey era su padre, y se casa con su madre sin saberlo. El drama no se desencadena, sino hasta que Edipo se entera de quienes eran.

A diferencia de Edipo, en Hamlet el crimen es sabido por el protagonista, y la verdad es revelada al sujeto por el mismísimo Rey Muerto.

Entonces, ¿Por qué no puede vengar la muerte de su padre?

Podría decirse que es simplemente porque se identifica con Claudio, el asesino. El crimen de su padre lo remite a sus sentimientos Edípicos de la infancia. Su Tío logra todo lo que él hubiere deseado en algún momento: destronar al padre y casarse con su madre.
Pero hay un detalle que hace que todo esto no sea tan simple: el padre de Hamlet sabe y es quien lo advierte del crimen.
Para dar luz a todo esto, debemos pensar cuál es el Deseo de Hamlet y quien es su Otro significativo. Durante toda la obra, Ofelia se presenta como su objeto de amor, no obstante, Hamlet le confiesa el rechazo que siente por la femineidad dado que la mujer, eventualmente, se convertirá en madre.
Para analizar esto, debemos hablar de ésta postura de Hamlet, que constantemente retrasa su accion [Procastina]. Podemos situar el problema de Hamlet, no en el crimen Edípico sino en el ser o no ser, porque esa, mis queridos, es la cuestión.

Pero ¿ser o no ser qué, o quién?

Vamos a dejarlo para la proxima.

15 noviembre 2009

This is the pencil of Esther Píscore

Este año comencé mi experiencia docente con adolescentes. Los que a diario realizan esta actividad, saben que no es tarea fácil, y aun cuando nos pagaran 1000 pesos la hora, el trabajo no estaría bien remunerado. Una de las primeras cosas que noté en mis pequeños conejitos de Indias, fue el escaso valor que tiene la palabra para ellos: la tiran al aire, la escupen, la vomitan en una carcajada. No se dan cuenta de lo valiosa que es la palabra y de lo mucho que puede llegar a significar. Como la materia lo permitía, decidí presentarles a unos maestros en el amor a la palabra: Les Luthiers.

No voy a detenerme en hacer una historia de este increíble grupo argentino, todos alguna vez hemos escuchado algo de ellos. La intención de este texto es simplemente señalar aquello que es casi obvio: no se puede construir un diálogo sin antes haberlo deconstruido. Esto es: no podemos enseñarles a los chicos a hablar entre ellos, si antes no han podido jugar con las palabras, darlas vuelta, mezclarse entre ellas, compartirlas, negarlas y miles de otras actividades que se pueden hacer con ellas. Decidida a que al menos pudieran llegar a esa instancia, les presenté a estos genios durante varias clases, en video y en audio. Se rieron con la gallinita que dijo eureka, el viejo cantante del siglo XIX que se olvida que le canta a Brigitte Cocot, se quejaron de la visión de los jóvenes de hoy en día del grupo, se divirtieron con las aventuras de don Rodrigo y casi se me mueren de risa con el matapolillas Nopol y el flor de relos, que ellos tradujeron como "eh-guacho-tené-hora".

Una de las últimas escenas que les mostré fue la famosa Esther Píscore. No sabía cómo iban a reaccionar. No todos se habían reído con las escenas de Les Luthiers, precisamente por ese amor a la palabra que tienen, no siempre es entendido por todos, o simplemente, el tipo de humor que manejan no es que les atrae. Para reírse con Esther Píscore hay que saber escuchar, tener paciencia, entregarse a Daniel Rabinovich (maestro de la palabra, sin dudas), quien va y viene por las palabras, las deconstruye una y otra vez hasta dejarlas hechas pedacitos. La secuencia: la musa de la danza es Terpsícore/Esther Píscore/This is the pencil of Esther Píscore es una pieza magistral de la lengua castellana (jajaja, en serio, en serio, es magistral).

La respuesta de los chicos me sorprendió. Se rieron sí, porque si alguien no se ríe con Esther Píscore es porque recientemente se ha hecho un injerto de bótox en la trompa, así que sí, se rieron mucho. Pero sobre todo lo que me sorprendió fue la atención que prestaron. Estaban todos en silencio, inclinados sobre el pupitre, algunos con las manos apoyadas sobre la mesa, algunos con la boca un poquito abierta, riéndose, pero no riéndose del todo para no perderse el próximo chiste. Por un instante, se dejaron llevar por la delicia de no saber qué palabra venía después. A unos chicos absolutamente hartos de palabras sin sentido, Les Luthiers les ofrecieron la posibilidad de que algo no se conociera: les dieron la posibilidad de la falta y donde  hay una falta, hay un deseo.

Un docente debe saber que lo que enseña servirá para el futuro, es difícil de entender, sobre todo cuando uno los ve haciendo tonterías en las clases, escribiendo cosas en las pruebas que no se sostienen ni con la ley de gravedad y que demuestran que no solo no han estudiado sino que ni siquiera saben unir el dedo índice con el pulgar. El jueves pasado estaban haciendo un collage y tiraban todos los restos de papeles al piso mientras se quejaban de la contaminación ambiental. Los reté:

-¡Parecen unos chanchos!

Y uno de los chicos me respondió matándose de risa:

-¡Chancho limpio nunca engorda, profe! Profe, me la bajé al teléfono. La tanda y también la de la zamba.

Un día de estos me voy a comprar todos los DVD y se los voy a pasar en todas las clases. A veces, hay que dejar que los verdaderos maestros hagan su trabajo.

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Para ver Esther Píscore:



Para ver La tanda:



Para ver la zamba Añoralgias (cantada por Les Luthiers y Alejandro Dolina, ¡no conocía este video!):

09 noviembre 2009

El dúo dinámico

No, mis estimados, no voy a hablarles de Batman y Robin [aunque quizás mencione al hombre murciélago], si no de las colaboraciones, unas más conocidas que otras, de algunos artistas en la industria del cine.
Muchos de los directores de cine que admiro no trabajan solos, y muchas veces su genialidad se exprime al máximo cuando se encuentran con otros genios que colaboran con ellos. Así tenemos por ejemplo la dupla de Alejandro González Iñarritú y Guillermo Arriaga, reconocidos por la dirección de Amores perros, 21 Grams y Babel, el primero, y por los respectivos guiones originales, el segundo. Películas únicas, gracias a la suma del guionista con el director, que seguramente ya conocen, y si no las vieron, no se qué están esperando.
Cuando estos dúos se separan, o eligen caminos distintos, mucha veces son destrozados por las críticas, atribuyéndole la genialidad a uno de ellos, y buscando miles de quintas patas de gatos, porque cuando trabajaban juntos eran buenos, y solos no tanto, en vez de pensar  que juntos pueden crear algo distinto a lo que harían cada uno por su  cuenta sino ¿qué sentido tiene la suma, si va a tener el mismo resultado? Sinceramente no comparto demasiado la idea de destrozar algo que no gusta, me conformo con la indiferencia, y no me es posible pretender que la obra de dos personas sea igual a la de una sola. Sería como decir que Honorio Bustos Domecq es superior a Borges y a Bioy Casares, y que ellos solos no tienen talento, pero como la literatura excede mi misión en este blog, sigamos hablando de cine.
Otras colaboraciones se dan en la misma tarea, y así tenemos a codirectores o coguionistas, o por qué no, codirectores y coguionistas, como es el caso de Marc Caro y Jean Pierre Jeunet [volvemos a pisar suelo francés, por favor, los prejuicios sobre el cine francés deposítenlo en mesa de entrada, gracias]. Estos señores, han escrito y dirigido dos películas  altamente recomendables, que incursionan en el género de la distopía  [lo contrario a la utopía, que señala un ideal negativo, perverso] ubicado en escenarios retro-futuristas, la primera llamada Delicatessen, una descabellada y exiquisita comedia negra post-apocalíptica, y la segunda La cité des enfants perdus [a.k.a. La ciudad de los niños perdidos] un hermoso, oscuro y siniestro cuento infantil que toca el corazón de los adultos. Posteriormente Jean Pierre Jeunet, luego de su debut en Hollywood con Alien: Resurrection, y sin la colaboración de Caro, realizó la tan amada por muchos y odiada por otros Amélie [a.k.a. Le fabuleux destin d'Amélie Poulain] y es ahí donde su público se divide porque el director cambió el rumbo, y le adjudican la visión estética a Caro únicamente, quien además de director es dibujante.  Particularmente, me encantan las películas que hizo junto con Marc Caro, como las que hizo por su lado, y más de una vez he recomendado la no tan conocida comedia romántica [que no se asemeja a las comedias románticas hollywoodenses] Un long dimanche de fiançailles [a.k.a. Amor eterno(*)] situada en la segunda guerra mundial.
Una colaboración que disfruto y que no deja de sorprenderme es la del dúo dinámico, casi inseparable, del brillante y excéntrico director, productor y escritor  Tim Burton y el ahora compositor de culto, Danny Elfman. Danny Elfman, conocido también por crear el famoso tema de la serie televisiva The Simpsons, ha compuesto los Scores de casi todas las películas de Tim Burton, excepto  los de Ed Wood [de Howard Shore, el mismo que musicalizó la saga completa de Lord of The Ring] y de Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street [de Stephen Sondheim, autor original del musical de Broadway], con quien debutó en 1985 en la comedia Pee Wee's Big Aventure [a.k.a. La gran aventura de Pee Wee] y colaborando con él hasta la fecha, además de encarar otros proyectos [por nombrar algunos, la saga completa de Spider-man, Hulk, Chicago, Red Dragon].
Danny Elfman se ha acomodado con gran naturalidad y originalidad a los distintos géneros cinematográficos, y ha captado la ironía de Burton tanto en sus films oscuros y góticos [Sleepy Hollow a.k.a. La leyenda del jinete sin cabeza(*)] como en sus comedias de humor negro [Beetle Juice, Mars Attacks!], en su historias más emotivas [Edward Scissorhands, a.k.a. El joven manos de tijera, Big Fish a.k.a. El Gran Pez], en su adaptación de comics [Batman, Batman Returns], en sus películas de ciencia ficción [Planet of the Apes a.k.a. El planeta de los simios] y magistralmente en los musicales como Corpse Bride [a.k.a El cadáver de la novia] y The Nightmare Before Christmas [a.k.a. El extraño mundo de Jack(*)] y es justamente en estás dos últimas que me resulta imposible concebirlas  sin la colaboración de ambos, ya que como dice el saber popular [?], juntos son dinamita [ok, se me cayó el dni con esta frase].
No veo la colaboración como una asistencia de uno hacia otro, sino como una obra en conjunto. La colaboración pasa a ser "entre sí" para llegar a un producto final que nos maraville. Quizás para muchas cosas de nuestras vidas sacamos lo mejor de cada uno cuando estamos con espíritus afines que haciéndolo en soledad, cuando encontramos alguien que alimente nuestra creatividad para que sea más fructífera.
Espero sus colaboraciones para este texto que no son otros que los famosos comentarios.


(*) ¿Les molestan,  tanto como a mi, las traducciones de los títulos que no tienen nada que ver con el original? ¿Eh?