En estos últimos días, se escuchó hablar mucho de la ley que despenaliza la tenencia de Drogas para el consumo personal. Escuchamos hablar a políticos, padres y adolescentes. Lejos de querer tomar una postura determinada en el asunto, me gustaría centrarme en el rol que juega la familia no sólo en esto sino en todos los ámbitos de nuestra vida.
Qué es la familia sino esa celula social primordial en la que surgimos y a través de la cual adquirimos los valores necesarios para insertarnos luego en la sociedad propiamente dicha.
Sin embargo, el concepto tradicional de familia nos habla de un cambio drástico en su constitución actual. Los cambios sociales y económicos profundos dieron lugar a nuevas constelaciones familiares.
Seguramente nuestra imagen de la familia, es aquella en dónde el padre trabaja y la madre se queda en casa a cuidar de sus hijos. Sin embargo en la mayoría de los casos ya hace varias décadas que las madres deben, impulsadas muchas veces por la necesidad, salir a trabajar.
Tradicionalmente se veía a la madre como la figura nutricia y al padre como el proveedor. Pero ¿qué pasa cuando los roles comienzan a desdibujarse? ¿Dónde quedan las funciones que antes ocupaban a la madre? ¿De qué modo afecta este cambio en la crianza de los hijos? ¿Sobre quien reposa la responsabilidad de transmitir conceptos básico de educación, respeto, tolerancia, y contención? ¿Quién suplanta la presencia que anteriormente aportaba la madre? Y lo más importante: ¿quién aporta y/o controla los límites?
Todas estas preguntas son difíciles de responder, pero podemos empezar diciendo que la presencia familiar no se suplanta con nada. Solo la familia puede sentar las bases para que una persona se inserte en los círculos sociales exitosamente.
Muchas veces, sin embargo, vemos noticias que cuentan como un alumno insulta a un profesor, o cómo grupos de adolescentes se dan cita para agarrarse a trompadas. Todo esto tiene un denominador común: la falta de límites. Es ahí en donde los adolescentes perdidos en la búsqueda de quien debe implementar la regla, viven al límite buscando, justamente, el choque con lo real, con eso que es intangible, pero está ahí para hacerse pasible de realidad.
Pero no sólo el límite es necesario para determinar lo correcto y lo incorrecto. Además, sirve de contención. En el mejor de los casos cuando esto falla aparecen las redes sociales para contener y normalizar.
Los grupos de pares, y la pertenencia a ellos, hacen que los adolescentes se incluyan en un clima de igualdad y respeto.
Hablar de contención o de límites, nos remite a algo que abraza y que, a su vez, marca la diferencia. Lo que no es propio, es el límite o la contención que aporta el otro. Es necesario, que estos aportes, sean corpóreos en algún momento, de lo contrario, nos veremos perdidos en su búsqueda.
Volviendo a la pregunta anterior, ¿quienes conforman, -o deforman-, los límites implícitos en las decisiones de los adolescentes? ¿Qué sucede cuando tampoco existe una red Social?
Muy probablemente, ante la carencia de una presencia positiva quienes se encarguen de ellos sean, la televisión, los videojuegos, internet Etc. Es decir, el Otro significativo de millones de adolescentes, será el mismo, por lo tanto, un Otro repetido y uniformado.
El peligro que esto acarrea, más allá de los mensajes acotados y masivos que envían, es que incitan a los adolescentes a ser todos iguales, lejos de favorecer la individualidad, pareciera que el efecto es completamente opuesto.
La adolescencia es el momento en el cual uno desarrolla y, en cierta forma, da un cierre parcial a su personalidad; pero de éste modo, queda teñida de información, gustos y pensamientos, que lejos de ser propios e individuales, forman parte del corolario general de miles de otros adolescentes.
Entonces, una vez más el límite queda borroso; en qué lugar esos adolescentes, súper conectados y mega identificados en tribus urbanas que, en el fondo, no hacen más que darles la ilusión de una identidad alternativa para no quedar pegados a lo perversamente general; ¿en qué lugar, pueden ser únicos e irrepetibles? ¿Dónde queda lo propio?, ¿hasta dónde uno puede ser uno, sin confundirse con ese otro gigante y uniformado que nos venden por todos lados? ¿cómo evitar ser devorados por la gran mayoría y conservar la individualidad? ¿De qué manera entra en juego la creatividad y la cultura de trabajo, si nos dan todo servido y de modo inmediato?.
La relación entre la sobre información, la falta de presencias en el hogar que promuevan los límites, lo individual y que, a su vez, oficie de contingencia, puede dar como resultado la violencia que muchas veces observamos en las aulas o entre los grupos.
Del mismo modo, la sobreinformación, o la conexión exagerada, nos da la falsa sensación de pertenencia y de participación que, si no queda en claro la virtualidad de todas éstas cuestiones, pueden confundir y llevar a los adolescentes a vivirlo como real, con todos los peligros qué esto implica.
La tarea de los padres, los educadores, y las redes sociales de contención, no es sencilla, pero en un mundo globalizado que nos bombardea de información, de formatos preestablecidos, pero que carece de normas, es necesario tomar enserio estas cuestiones, porque lejos de volver al modelo de familia típico, pareciera que estamos en las puertas de un modelo de familia mas virtual y globalizador.
Qué es la familia sino esa celula social primordial en la que surgimos y a través de la cual adquirimos los valores necesarios para insertarnos luego en la sociedad propiamente dicha.
Sin embargo, el concepto tradicional de familia nos habla de un cambio drástico en su constitución actual. Los cambios sociales y económicos profundos dieron lugar a nuevas constelaciones familiares.
Seguramente nuestra imagen de la familia, es aquella en dónde el padre trabaja y la madre se queda en casa a cuidar de sus hijos. Sin embargo en la mayoría de los casos ya hace varias décadas que las madres deben, impulsadas muchas veces por la necesidad, salir a trabajar.
Tradicionalmente se veía a la madre como la figura nutricia y al padre como el proveedor. Pero ¿qué pasa cuando los roles comienzan a desdibujarse? ¿Dónde quedan las funciones que antes ocupaban a la madre? ¿De qué modo afecta este cambio en la crianza de los hijos? ¿Sobre quien reposa la responsabilidad de transmitir conceptos básico de educación, respeto, tolerancia, y contención? ¿Quién suplanta la presencia que anteriormente aportaba la madre? Y lo más importante: ¿quién aporta y/o controla los límites?
Todas estas preguntas son difíciles de responder, pero podemos empezar diciendo que la presencia familiar no se suplanta con nada. Solo la familia puede sentar las bases para que una persona se inserte en los círculos sociales exitosamente.
Muchas veces, sin embargo, vemos noticias que cuentan como un alumno insulta a un profesor, o cómo grupos de adolescentes se dan cita para agarrarse a trompadas. Todo esto tiene un denominador común: la falta de límites. Es ahí en donde los adolescentes perdidos en la búsqueda de quien debe implementar la regla, viven al límite buscando, justamente, el choque con lo real, con eso que es intangible, pero está ahí para hacerse pasible de realidad.
Pero no sólo el límite es necesario para determinar lo correcto y lo incorrecto. Además, sirve de contención. En el mejor de los casos cuando esto falla aparecen las redes sociales para contener y normalizar.
Los grupos de pares, y la pertenencia a ellos, hacen que los adolescentes se incluyan en un clima de igualdad y respeto.
Hablar de contención o de límites, nos remite a algo que abraza y que, a su vez, marca la diferencia. Lo que no es propio, es el límite o la contención que aporta el otro. Es necesario, que estos aportes, sean corpóreos en algún momento, de lo contrario, nos veremos perdidos en su búsqueda.
Volviendo a la pregunta anterior, ¿quienes conforman, -o deforman-, los límites implícitos en las decisiones de los adolescentes? ¿Qué sucede cuando tampoco existe una red Social?
Muy probablemente, ante la carencia de una presencia positiva quienes se encarguen de ellos sean, la televisión, los videojuegos, internet Etc. Es decir, el Otro significativo de millones de adolescentes, será el mismo, por lo tanto, un Otro repetido y uniformado.
El peligro que esto acarrea, más allá de los mensajes acotados y masivos que envían, es que incitan a los adolescentes a ser todos iguales, lejos de favorecer la individualidad, pareciera que el efecto es completamente opuesto.
La adolescencia es el momento en el cual uno desarrolla y, en cierta forma, da un cierre parcial a su personalidad; pero de éste modo, queda teñida de información, gustos y pensamientos, que lejos de ser propios e individuales, forman parte del corolario general de miles de otros adolescentes.
Entonces, una vez más el límite queda borroso; en qué lugar esos adolescentes, súper conectados y mega identificados en tribus urbanas que, en el fondo, no hacen más que darles la ilusión de una identidad alternativa para no quedar pegados a lo perversamente general; ¿en qué lugar, pueden ser únicos e irrepetibles? ¿Dónde queda lo propio?, ¿hasta dónde uno puede ser uno, sin confundirse con ese otro gigante y uniformado que nos venden por todos lados? ¿cómo evitar ser devorados por la gran mayoría y conservar la individualidad? ¿De qué manera entra en juego la creatividad y la cultura de trabajo, si nos dan todo servido y de modo inmediato?.
La relación entre la sobre información, la falta de presencias en el hogar que promuevan los límites, lo individual y que, a su vez, oficie de contingencia, puede dar como resultado la violencia que muchas veces observamos en las aulas o entre los grupos.
Del mismo modo, la sobreinformación, o la conexión exagerada, nos da la falsa sensación de pertenencia y de participación que, si no queda en claro la virtualidad de todas éstas cuestiones, pueden confundir y llevar a los adolescentes a vivirlo como real, con todos los peligros qué esto implica.
La tarea de los padres, los educadores, y las redes sociales de contención, no es sencilla, pero en un mundo globalizado que nos bombardea de información, de formatos preestablecidos, pero que carece de normas, es necesario tomar enserio estas cuestiones, porque lejos de volver al modelo de familia típico, pareciera que estamos en las puertas de un modelo de familia mas virtual y globalizador.